
Trump ante el dilema: ¿apoyar a Israel o mantener su promesa de evitar nuevas guerras?

El ataque de Israel contra Irán, que comenzó la madrugada del 13 de junio, se convirtió en una prueba para la política del presidente estadounidense Donald Trump.
En primer lugar, ha echado por tierra uno de los principales logros de la política exterior de su primer mandato: la ausencia de nuevas guerras a gran escala. En segundo lugar, ha frustrado su declarada intención de resolver la cuestión nuclear con Irán por la vía pacífica, a lo que su administración había dedicado gran parte de su actividad internacional en los últimos meses.

A pesar de que, inmediatamente después del ataque, el secretario de Estado, Marco Rubio, subrayó el carácter unilateral de las acciones y la no participación de Estados Unidos en ellas, Trump, impresionado por las primeras consecuencias del ataque, se apresuró a asumir parte de la responsabilidad, calificándolo de "excelente" y subrayando que se produjo como resultado de la expiración del "ultimátum de 60 días" para llegar a un acuerdo. Además, el canciller iraní señaló que Washington, como el principal aliado de Tel Aviv, también asumirá "la responsabilidad de las peligrosas repercusiones de sus acciones imprudentes".
Sin embargo, Teherán logró sustituir a los altos mandos militares y lanzar ataques de represalia contra ciudades israelíes en cuestión de horas, la mayoría de los cuales alcanzaron sus objetivos tras atravesar las defensas antiaéreas.

Además, la confrontación comienza a adquirir un carácter prolongado e incontrolable, alejando a Tel Aviv de sus planes de llevar a cabo una operación rápida y decisiva, y la batalla por el agotamiento puede no jugar a su favor.
En este sentido, según informa Axios, Israel ha comenzado a solicitar a Estados Unidos que se sume a las acciones militares contra Irán. Sin embargo, tal escenario no solo socavaría la credibilidad de Trump como negociador ante los ojos de los líderes iraníes, sino que también agravaría las discrepancias entre los miembros de su equipo.
Alejándose de los principios de MAGA
Las acciones de Israel y su apoyo por parte de Estados Unidos han provocado el rechazo de parte de los partidarios de Trump y su idea de "EE.UU. primero". El periodista Tucker Carlson calificó a Trump de "cómplice de un acto de guerra". "Los políticos que dicen ser 'EE.UU. primero' no pueden ahora dar marcha atrás con credibilidad y decir que no tuvieron nada que ver", señaló.
Contra la intervención estadounidense también se pronunciaron el ex estratega jefe de la Casa Blanca, Steve Bannon, y Scott McConnell, fundador del portal The American Conservative. Sin embargo, las discrepancias entre los partidarios son más profundas de lo que parece.

"No se trata de Irán e Israel en sí, sino de una actitud fundamental hacia las crisis mundiales y los asuntos internacionales. El distanciamiento de las guerras ajenas es una postura básica, uno de los pilares fundamentales del trumpismo. Renunciar a ella supone un golpe a la integridad de todo el concepto", opina el analista ruso y editor jefe de la revista Russia in Global Affairs, Fiodor Lukianov.
El rechazo a las prolongadas campañas militares estadounidenses, en particular en Irak y Afganistán, contribuyó al ascenso político de Trump, por lo que seguir apoyando a Israel y meter a Washington en una nueva aventura podría agravar la división entre sus seguidores y debilitar el apoyo del electorado conservador.
Efecto contrario al deseado
Tras el ataque israelí, Trump declaró que aún existía la posibilidad de llegar a un acuerdo con Irán. Sin embargo, las posibilidades de que esto ocurra se han reducido considerablemente.
La retórica elogiosa hacia Israel debilitó la ya frágil confianza de los líderes iraníes en Trump como negociador, lo que les llevó a pensar que los intentos de resolver el problema por la vía pacífica no era más que una tapadera para el ataque que Tel Aviv estaba preparando.
Además, cada vez más analistas señalan que el ataque israelí solo fortaleció la posición de los partidarios de la línea dura en Irán, quienes insistieron en la necesidad de desarrollar un programa nuclear y no involucrarse en negociaciones sobre este tema.
Todo esto complica el acuerdo, pero no lo imposibilita por completo. En este contexto, el ministro de Exteriores iraní, Seyed Abbas Araghchi, destacó la disposición de Teherán de alcanzar un acuerdo nuclear, pero el presidente del país, Masoud Pezeshkian, señaló que no se puede hablar de negociaciones mientras el país esté bajo fuego.
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