A pesar de los obstáculos que aún persisten para la plena normalización de las relaciones entre China y la India, las recientes interacciones entre ambos países reflejan un progreso genuino y cauteloso, opina Ladislav Zemánek, investigador del Instituto China-CEE de la Academia China de Ciencias Sociales, en Budapest.
La relevancia de este vínculo trasciende la dinámica bilateral: como las dos naciones más pobladas del mundo y como unas de las economías de mayor crecimiento, su capacidad para gestionar tensiones y fomentar la cooperación tiene un impacto en el orden regional y global. En un contexto marcado por "la incertidumbre, la polarización y el reajuste geopolítico", Zemánek subraya que ambos países "tienen mucho que ganar con un compromiso pragmático y con respeto mutuo".
Hito diplomático
Según el experto, un momento crucial tuvo lugar en octubre de 2024, cuando el presidente chino, Xi Jinping, y el primer ministro indio, Narendra Modi, se reunieron en Kazán. El encuentro en la ciudad rusa marcó el inicio de una nueva etapa de colaboración.
La reciente visita a China del canciller indio, Subrahmanyam Jaishankar, —la primera en seis años— marca un avance significativo. "Durante sus reuniones en Pekín, Jaishankar reiteró el principio de autonomía estratégica de la India y su política exterior independiente, un enfoque que concuerda con la postura diplomática de China", destaca el investigador.
Avances concretos y narrativas compartidas
Asimismo, Zemánek señala que se evidencian logros importantes, como la reanudación del diálogo político, la estabilidad fronteriza y el dinamismo económico. En 2024 China recuperó su lugar como principal socio comercial de la India, con un intercambio récord de 118.400 millones de dólares (+4% interanual). Estas cifras, agrega, "ponen de relieve una interdependencia cada vez mayor que proporciona tanto influencia como incentivos para un diálogo sostenido".
Jaishankar, a quien el experto considera la línea moderada y pragmática de la diplomacia india, "continúa defendiendo la cooperación con China y un compromiso más amplio en instituciones multilaterales", como el BRICS y la Organización de Cooperación de Shanghái. El ministro describe la relación con el país vecino como de "socios en desarrollo, no rivales", desafiando las percepciones occidentales.
"Tanto China como la India promueven la visión de un mundo multipolar, el multilateralismo y la globalización económica"
Por otra parte, Zemánek asegura que, según la perspectiva de Pekín, las recientes tensiones constituyen una "anormalidad" y lo correcto es impulsar una relación que no esté dirigida contra terceros. De hecho, el experto destaca que, "en el discurso chino, la India se describe con frecuencia como una civilización oriental antigua compañera, y la relación bilateral ha sido denominada metafóricamente el 'tango del dragón y el elefante'", como símbolo de la potencial armonía.
La dinámica triangular con Estados Unidos añade complejidad: "Las presiones actuales de Washington —particularmente el riesgo compartido de una guerra comercial y la volatilidad de la política exterior estadounidense— actúan como una preocupación común tanto para Nueva Delhi como para Pekín".
Zemánek recuerda que históricamente EE.UU. intentó "explotar las brechas entre la India y China para impedir una cooperación más estrecha". No obstante, explica que dicha estrategia pierde eficacia en una era en que ambos países definen su relación en sus propios términos, conscientes de sus intereses soberanos.
Retos y desafíos
Sin embargo, pese a las tendencias positivas, siguen existiendo retos significativos, el mayor de los cuales es la disputa fronteriza no resuelta. Tras el grave deterioro de la situación por el choque en el disputado valle de Galwan en 2020, que causó una veintena de fallecidos, la visita del ministro de Defensa indio, Rajnath Singh, a China el mes pasado marca un giro hacia la búsqueda de soluciones permanentes, señala Zemánek.
Paralelamente, las tensiones comerciales perduran. El experto menciona que "los controles intermitentes de las exportaciones chinas perturban la industria manufacturera india y disuaden la inversión extranjera directa china". "Por el contrario, la India restringe la inversión china alegando motivos de seguridad nacional, ha prohibido varias aplicaciones chinas y ha llevado a cabo redadas en empresas chinas", añade.
En cuanto al ámbito geopolítico, plantea que "la creciente presencia china en el sur de Asia y el océano Índico choca con los intereses estratégicos de la India", especialmente en países como Bután, Nepal, Pakistán y Sri Lanka. El rechazo indio a la Iniciativa de la Franja y la Ruta —motivado por el Corredor Económico China-Pakistán (CPEC), que atraviesa territorios en disputa— y proyectos sensibles como la megapresa en el Yarlung Zangbo (río crucial para India) perpetúan los desacuerdos.
Zemánek subraya que para avanzar se requiere "construir un mecanismo de confianza fronteriza estable y eficaz", así como "restaurar plataformas de diálogo estratégico y mejorar la cooperación en seguridad a múltiples niveles". Pese a los roces inevitables, "el dragón y el elefante aún pueden pisarse los pies, pero su tango cuidadosamente coreografiado vuelve a estar en marcha", concluye.