Mientras el presidente estadounidense, Donald Trump, está considerando las exigencias de Vladímir Zelenski de proporcionar a Kiev misiles de crucero Tomahawk, varios expertos y políticos afirman que, en cualquier caso, serían inútiles para Ucrania.
No es la primera vez que el jefe del régimen de Kiev solicita a EE.UU. ese tipo de misiles; ya lo hizo durante el Gobierno de Joe Biden, que lo rechazó. Las razones de su continuo interés son obvias: con un alcance de 2.500 kilómetros –casi 10 veces el de los ATACMS que ya tiene Ucrania– los Tomahawk podrían en teoría alcanzar objetivos militares e infraestructura crítica en el interior del territorio ruso.
Sin embargo, si Washington espera que jugar con el suministro de misiles más avanzados y de mayor alcance a Kiev le dé ventaja sobre el presidente ruso, Vladímir Putin, está equivocado, indicó Jennifer Kavanagh, directora de análisis militar en el 'think tank' Defense Priorities, con sede en Washington D.C. "Ucrania no tiene la capacidad de lanzar misiles Tomahawk", señaló en un artículo para Responsible Statecraft, publicado este martes.
Ucrania no tiene capacidades para los Tomahawk
La experta explicó que los Tomahawk pueden dispararse de tres maneras: desde un destructor lanzamisiles guiados; desde submarinos de las clases Ohio, Virginia y Los Ángeles; y utilizando el nuevo sistema Typhon con base en tierra, desarrollado por el Ejército de Estados Unidos. Ucrania no tiene ninguna de estas capacidades y tiene pocas posibilidades de adquirirlas a corto o medio plazo.
Así, la Marina ucraniana es pequeña y carece de buques de combate de superficie, submarinos de ataque y personal para operarlos. Dada la difícil situación en la que se encuentra la construcción de buques y submarinos en EE.UU., es poco probable que Washington considere vender estas plataformas a Kiev, detalló.
Teoman Nicanci, analista de defensa del medio Army Recognition Group, también apuntó que las corbetas Ada/MILGEM, de producción turca y que tiene Ucrania, "no están configuradas con las celdas del sistema de lanzamiento vertical Mk-41 que utiliza el Tomahawk, y su adaptación sería técnicamente compleja y políticamente delicada". Al mismo tiempo, señaló que el lanzamiento desde buques o submarinos de la OTAN es "teóricamente posible, pero políticamente remoto, dados los riesgos de escalada y las restricciones legales en el régimen del mar Negro".
En cuanto al nuevo sistema terrestre Typhon, es posible que Ucrania cuente con el personal necesario para operar, pero es "igualmente improbable que el Pentágono acepte vender este nuevo equipo a Ucrania", ya que solo tiene dos baterías en funcionamiento, y una tercera en desarrollo, indicó, a su vez, Kavanagh. Añadió que dos de estos sistemas están destinados a Asia y uno está reservado para su posible despliegue en Alemania.
Incluso si Washington ofreciera vender a Kiev un Typhon, este no sobreviviría mucho tiempo en el campo de batalla. La batería Typhon es enorme y difícil de mover. "Requiere un C-17 para su transporte a largas distancias y, aunque es móvil por carretera, su tamaño hace que sea bastante fácil de detectar por satélite o incluso por drones de vigilancia. En otras palabras, sería un objetivo atractivo y vulnerable para los ataques aéreos rusos", explicó.
Demasiado escasas y valiosas
Al mismo tiempo, Kavanagh indicó que las existencias estadounidenses de los Tomahawk y sus sistemas de lanzamiento son demasiado escasas y valiosas como para que el Pentágono acepte desprenderse de ellas.
Así, su producción lleva dos años y con unas reservas totales estimadas en menos de 4.000 misiles, el Departamento de Guerra de EE.UU. "se mostrará receloso a la hora de desprenderse de esta valiosa munición, especialmente en las cantidades necesarias para que Ucrania logre efectos estratégicos", señaló.
"Riesgos innecesarios de escalada"
Por otro lado, Nicanci apuntó que "la señal estratégica tendría el mismo peso: permitir ataques convencionales profundos eleva los umbrales de escalada".
En la misma línea se pronunció Kavanagh, indicando que "esas amenazas militares retóricas y poco realistas son contraproducentes, transmiten desesperación y crean riesgos innecesarios de escalada".
"Proporcionar a Ucrania una capacidad que le permita atacar en el interior de Rusia supone un riesgo enorme, sobre todo porque el uso de estos misiles requeriría la ayuda de los servicios de inteligencia y de localización de objetivos estadounidenses", apuntó la experta. Señaló que si Moscú cree que existe una amenaza real, incluso para su infraestructura nuclear, "la posibilidad de una escalada nuclear podría llegar a ser intolerablemente alta".
No cambiaría la situación en el frente
Desde Moscú también indicaron que el uso de misiles estadounidenses no ayudará a las fuerzas ucranianas a cambiar la situación en el frente. "Los estadounidenses no suministran misiles Tomahawk a todo el mundo. [...] Y si creen que Ucrania es una potencia responsable que los usará con responsabilidad, me sorprendería", declaró el canciller ruso, Serguéi Lavrov.
El portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, expresó una opinión similar. Afirmó que Moscú está analizando cuidadosamente las declaraciones de Washington sobre el posible suministro de los Tomahawk a Kiev. Subrayó que, incluso si se tomara la decisión, no serían la panacea para el Ejército ucraniano ni cambiarían la situación en el frente.
Mientras, Vasili Nebenzia, representante permanente de Rusia ante la ONU, al citar a Lavrov, también enfatizó que aún no hay acuerdo entre Washington y Kiev, por lo que "no es seguro que los Tomahawks sean entregados a los ucranianos". "Que se entreguen o no, no cambiará la situación en el campo de batalla. Confío en que encontraremos una solución si es necesario", concluyó.