Barbados, con su población de poco más de 287.000 habitantes, sigue siendo el país más estable y con mayor calidad de vida en las Indias Occidentales. Pero esta estabilidad está muy ligada a un sector que, aunque generoso, no beneficia a todos: el turismo.
Los datos oficiales revelan que en 2024 el turismo representa el 30 % de la producción nacional. Sin embargo, la isla está experimentando una subida de pobreza (de 17 % en 2016 a casi 20 % en 2024, según medios locales) y un costo de vida elevado que provoca que muchos jóvenes consideren emigrar al Reino Unido, Estados Unidos o Canadá.
¿Qué pasa cuando el turismo cesa?
La llegada de turistas al aeropuerto y a la playa genera ingresos que se convierten en empleo local, pero solo un subconjunto se beneficia realmente. Muchos locales no logran acceder a los empleos bien remunerados y se ven obligados a buscar oportunidades en el extranjero. El empleo juvenil puede superar el 30 % en algunos sectores. La fuga de cerebros y la falta de oportunidades laborales reducen la retención de talento cualificado.
Diversificar la economía: un camino incierto
El economista Wayne Soverall recuerda los años 80 y 90, cuando las corporaciones internacionales eran una fuente de ingresos y el turismo representaba un segundo motor de desarrollo. Aunque el país sigue siendo atractivo fiscalmente, el paraíso fiscal se ha transformado por la presión de organismos internacionales. La diversificación se ve obstaculizada por la burocracia y por la falta de inversión en nuevos sectores.
Perspectiva de los jóvenes
Entrevistas a estudiantes revelan que el coste de la vida y la fuga de cerebros son las principales motivaciones para emigrar. Las oportunidades locales se ven restringidas por la falta de diversificación y por la necesidad de crear nuevos sectores que ofrezcan empleos de calidad a los jóvenes.
Barbados disfruta de un alto nivel de vida regional, pero la pobreza está en aumento y la población juvenil necesita mayor atención. La diversificación económica no es simple. Implica superar obstáculos estructurales y políticos. Sin embargo, el futuro de la isla depende de la capacidad del gobierno para crear un ecosistema que permita a los jóvenes y a las familias prosperar, sin depender exclusivamente del turismo.